Nueva York. Viernes, 7 de la tarde. 839 6th Avenue.
Esta ciudad es conocida por su el gran número de restaurantes y la amplia variedad de comida que ofrece.
Sin embargo, tras un mes y medio probando todo tipo de cocinas, me apetecía comer algo que me recordase a la gastronomía de la tierra. Así que navegando por la red, entre en la página del Bar Basque y descubrí que esta semana iban a ofrecer un menú especial creado por los chefs vascos Txomin Gómez y David García, ambos grandes cocineros con una trayectoria impecable a sus espaldas. No lo dudé ni un momento y entré en la página web para leer la información exacta sobre el evento, dónde a parte del menú se podía leer los currículos de ambos.
David García
La verdadera educación culinaria de David García comenzó después de graduarse en la Escuela de Cocina en 1997, cuando empezó a trabajar en los más reconocidos restaurantes entre los estrellas Michelín: El Bulli, Martin Berasategi y Mugaritz. Estas experiencias le llevaron al Resturante del Guggenheim de Bilbao como su chef durante diez años. Actualmente dirige el pequeño y modesto negocio familiar en el centro de Bilbao, el Tamesis.
Txomin Gómez
Después de graduarse en la Escuela de Hostelería de Euskadi, se convirtió en profesor de la misma. Txomin Gómez continuó su educación culinaria con ètages en los conocidos tres estrellas Michelín El Bulli en Rosas, Girona, y en el Akelarre de Donosita. También ha trabajado en el Restaurante Bermeo del Hotel Ercilla de Bilbao y en el Koldo Royo de Palma de Mallorca. En 1996 se unió a la cadena hotelera NH, donde comenzó como jefe de cocina en el restaurante La Pérgola, del Hotel NH Villa de Bilbao, y en el año 2002 asumió la dirección de la cocina del Palacio Oriol en Santurtzi, convirtiéndose en chef ejecutivo de ambos restaurantes.
Si además has tenido ocasión de haber probado anteriormente sus creaciones, sabrás que es una oportunidad que no se puede dejar escapar.
Para ir despertando los sentidos el menú incluía diversos entrantes: Gazpacho de tomate, tartare de salmón y albahaca; Láminas de bacalao con txangurro y pil-pil de calabaza; Salteado de verduras de temporada con panceta asada y toffee de guisantes; Y huevo asado con caldo de garbanzos, patata rota y tocineta gratinada. Según iba avanzando en la lectura de la carta, mis ansias por ir a degustar esos manjares iban en aumento. Cuando llegué a los platos principales ya estaba con el teléfono en la mano dispuesta a pedir mesa para el fin de semana. ¿Quién puede resistirse a una Lubina confitada con fideua de coliflor y caldo de setas, y Carrillera guisada con crema de patata y cantarelus? Todo ello acompañado de Amaren Tempranillo Reserva del 2001 y Baigorri de Garage 2005. Como colofón a esta espléndida selección de platos eligieron Una torrija caramelizada y helado de yogur, seguida de una crema de cuajada de cacao, arena de cookies y espuma de vainilla.
2 días de larga espera y por fin me encontré con mi amiga en la puerta de Bar Basque dispuesta a saborear una fantástica cena. Cuando cruzas el umbral de la puerta, tienes la sensación de estar entrando en uno de los locales de moda de Nueva York. Subir en ascensor a la segunda planta dónde se hayan ubicados el bar y restaurante. Un lugar donde el color rojo lo invade todo, con una decoración exquisita. Nada que ver con lo que imaginaba cuando leí que se trataba de un bar de tapas. Según avanzábamos por el establecimiento iba descubriendo el mobiliario de diseño, completamente moderno incluso en el comedor, que se encuentra situado en una terraza acristalada.
Al leer el menú, elegir fue mas difícil de lo que pensaba. Hay mucho donde elegir y entraban ganas de catarlo absolutamente todo. Finalmente escogimos varias "tapas" para finalizar con esas carrilleras con las que llevaba días soñando. Saltándome el protocolo del buen comer, acompañé la cena con un buen Txakolí. ¿A quién se le ha ocurrido llamar a la cocina en miniatura que sirven "tapas"? Porque muchos, sobre todo la gente del norte, asociamos ese nombre al tentempié que te sirven gratuitamente en los bares del resto de la Península con tu consumición. Sin embargo, yo a esto lo llamaría más bien "Pintxos", pequeños bocados de placer, hechos con todo el mimo del mundo y que gustosamente se pagan, esa golosina típica del País Vasco. ¿Qué decir del resultado? Con sólo cerrar los ojos viajé los 5690km que separan Nueva York de Bilbao, y me sentí como en casa, comiendo en uno de los múltiples restaurantes que dan fama a nuestra fantástica gastronomía. La verdad es que no no suelo beber vino en las comidas, así que el Txakolí me trasladó al Mercado de Santo Tomás, que tiene lugar el 21 de Diciembre en Bilbao, y donde el Txakolí es la bebida por excelencia, para ayudar a pasar el Talo con chorizo, típicos de esta festividad.
Cómo diría cierto cantante, fue una auténtica experiencia religiosa, donde disfruté con los 5 sentidos tanto del local y su diseño, como de su incomparable cocina. Me marché de allí con ganas de volver de nuevo. ¡Recomendable al 120%! ¿Alguién se anima a volver?
Cómo diría cierto cantante, fue una auténtica experiencia religiosa, donde disfruté con los 5 sentidos tanto del local y su diseño, como de su incomparable cocina. Me marché de allí con ganas de volver de nuevo. ¡Recomendable al 120%! ¿Alguién se anima a volver?
No hay comentarios:
Publicar un comentario