jueves, 10 de noviembre de 2011

"All", despedida de Maurizio Cattelan


Niños gritando, llorando, corriendo. Parejas de la mano alabando la creación que tienen enfrente. Otros criticándola y diciendo que el artista debe estar loco para hacer este tipo de trabajos. Así es el arte, algo subjetivo que inspira todo tipo de comentarios, y en concreto la obra de Maurizio Cattelan.

Desde el 4 de Noviembre de 2010 y hasta el 22 de Enero de 2011 podemos ver una retrospectiva del creador italiano en el Museo Guggenheim de Nueva York. Bajo el nombre de “All”, encontraremos alrededores de 130 obras individuales, dispuestas de una manera un tanto curiosa. Es una forma de despedirse, ya que Maurizio anuncia su retirada como artista.

Cuando atraviesas las puertas de entrada y ves un montón de objetos manipulados colgando del techo, te dan ganas de saltarte la cola para coger la entrada y ponerte debajo de todas esas esculturas, pinturas e instalaciones, atraído por una cierta curiosidad. ¿Qué será eso? ¿Por qué estará así colocado?



Mi primera visita en persona al edificio de Frank Lloyd Wright se produjo 2 semanas antes de la inauguración de esta exposición. La famosa rotonda del museo se encontraba cubierta por unas telas blancas y cada rincón bien tapado, para no desvelar los secretos del montaje de “All”.  Cuando supe que el trabajo de Cattelan iba a ser expuesto aquí, la verdad es que imaginé que encontraríamos un recorrido a través de las creaciones del artista desde finales de la década de los 80 dispuestos cronológicamente a lo largo de los 90.
Sin embargo, cuando acudí a la inauguración y contemplé el resultado final, me quedé petrificada. Todas las obras pendían de cuerdas sobre mi cabeza. Al alzar la mirada lo único que vi fueron bultos de gran tamaño y sombras que flotaban sobre nuestras cabezas.  Vamos un completo caos, del que apenas era capaz de distinguir un par de esculturas sueltas.
Sin embargo, la exposición fue concebida especialmente para este lugar, y a medida que asciendes por la rampa de la rotonda, las obras se separan y tienes ocasión de observar una a una las diferentes obras desde diferentes puntos de vista. 
La nona ora. M. Cattelan    

 Caricatura de Picasso. M. Catterlan


Según vas avanzando, te das cuenta de que la disposición no corresponde a ningún orden, y mucho menos cronológico, sino que están colocadas de manera aleatoria, que yo supongo que será de la forma que haya dispuesto la ingeniería para que el techo de la cúpula sujete todo el peso.


Haciendo un repaso por sus trabajos, podemos encontrar sus temas más recurrentes, como la religión, el nacionalismo, el poder, el miedo al fracaso, y sobre todo, su obsesión por la muerte,  representados de la forma más macabra.

De todos modos, ¿qué podemos esperar de un hombre que desde los inicios de su carrera se ha dedicado a desafiar a la autoridad y a los convencionalismos? Utiliza la provocación para lanzar una crítica, y creo sinceramente que ha logrado llamar la atención con creces, situándose entre los artistas más conocidos dentro del panorama del arte contemporáneo.

El resultado es una exposición majestuosa, que se convierte ella misma en una gran obra de arte. Ojalá llevasen esta retrospectiva al Guggenheim de Bilbao, porque es una exhibición que prometo no dejará a nadie indiferente. ¡Bravo por el artista y por el propio Museo Guggenheim!

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