Pero no siempre los viajes son tan placenteros, y tras tantos desplazamientos, cambios de países, idiomas... llega un momento en que lo único que deseas es quedarte en casa, y coger un avión solamente para irte unos días de vacaciones.
Mucha gente no comprende que después de tanto tiempo por el mundo, lo que más me apetece es quedarme en mi tierra, rodeada de mi familia y amigos, donde me siento a gusto y donde soy feliz.
Un paseo por cualquiera de los rincones de mi ciudad, cámara en mano, intentando retratar mis sitios favoritos, en buena compañía. Recorrer las salas del Guggenheim y del Museo de Bellas Artes, tomar unos pintxos en alguno de los bares del Casco Viejo. También fotografiar la naturaleza en estado puro como un insecto sobre una flor, un atardecer... El sonido de las olas, el olor de la hierba, la brisa marina ... pequeñas cosas que, esté donde esté, me recuerdan al hogar. ¡LOS PLACERES DE LA VIDA!
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